Los niños negativos pueden y deben superar esas actitudes no positivas para un desarrollo óptimo. Es un proceso que toma tiempo y paciencia, pero que eventualmente genera grandes avances para su formación. Recordando que en la niñez se sientan las bases del futuro adulto.
Para poder comprender que sucede con estos niños y porque es recurrente el decaimiento, es necesario abordar la problemática desde la raíz. Por supuesto, desde una observación cercana y directa al tener en cuenta que cada caso es distinto.
El conocer el origen de su problema y de los eventos exactos que experimentan permiten abordar mejor la situación. Ya sea por motivos genéticos o causados a través de la crianza, los niños negativos pueden disfrutar de una vida plena.
Sin embargo, es necesario reconocer cuando actuar ante ello y cuando no. Porque no se debe confundir un niño que pase por un momento de negatividad a un niño negativo. Aunque ciertamente ambos necesitan apoyo, este segundo caso debe tener especial énfasis.
Para ello, el mejorar la autoestima baja característica de estos casos es esencial. Siempre que se cuente con el apoyo de un modelo positivo podrá disfrutar de una experiencia enriquecedora.
Siendo estos quienes llevarán a conocer la realidad de la vida y que hay más alternativas que solo caer en la negatividad. Por eso, es necesario que cuenten con el apoyo de un orientador que ayude a descubrir paulatinamente lo positivo del día a día.
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Descubrir el origen de la negatividad
Saber el origen de una actitud negativa puede facilitar el proceso de compresión y educación del niño. Debido a que son varios factores los que pueden ocasionar que se genere ese pensamiento.
Al tener consciencia de la raíz del problema se puede diseñar una estrategia para su posible disolución, que no necesariamente va a causar un efecto positivo en el primer momento. No obstante, amplia la proyección del orientador para su apoyo con los niños negativos.
Para indagar sobre el origen momentáneo del pensamiento negativo que presenta, se debe abordar al niño con suavidad. “¿Por qué crees eso?” O “¿de verdad piensas que va suceder?” Son algunas interrogantes que pueden conducir a reconocer la situación emocional que atraviesa.
Causa genética
La existencia de problemas a nivel físico que puedan afectar la salud mental no es un secreto, pero sigue siendo un tema poco debatido. Hay personas que debido a deficiencias a nivel neurológico pueden presentar dificultades al momento de controlar las emociones.
Ese descontrol obstaculiza el desenvolverse libremente en la vida diaria. En el caso de los niños negativos, al encontrarse en una etapa de formación y presentar una condición de este tipo, necesitan de mayor apoyo desde un área especial para su orientación.
Conducta aprendida
El medio ambiente influye notablemente en el ser humano durante la etapa de la niñez. Los estímulos existentes se involucran en el proceso formativo del niño y el grupo familiar es una parte importante de ello.
Los niños desde sus primeros años de vida detallan y observan las actuaciones de sus progenitores. Esto causa que de forma inconsciente comiencen a adoptar ciertas actitudes que han visualizado en los adultos.
Por lo tanto, si se encuentra en un hogar conflictivo y violento, es probable que a medida que crezca demuestre acciones que reflejen esa convivencia. Quiénes son criados en una familia que fomenta las discusiones, las críticas constantes o demasiada exigencia son propensos a convertirse en niños negativos.
Diferenciar una verdadera conducta negativa
Es normal que cuando se conoce un niño negativo exista una tendencia a relacionar todo comportamiento a una posible actitud de ese tipo. Sin embargo, no siempre va a ser así y es importante lograr diferenciar para no caer en errores que puedan reforzar esas conductas.
Los niños que con frecuencia se limitan a no participar o realizar una actividad por temor a no ejecutarlas correctamente entran en este grupo. También, aquellos que se auto señalan negativamente con descalificativos, etiquetas inadecuadas o se culpan de malas consecuencias que han sido generadas por factores externos.
Gracias a esas conductas suelen estancarse en su proceso de formación. Los niños negativos usualmente tienen límites en el proceso de aprendizaje porque se los imponen al aislarse. La tolerancia hacia los errores es mínima y prefieren evitar intentar algo nuevo o fuera de la zona de confort a equivocarse.
Se deben incentivar constantemente para que se involucren en tareas y actividades que sean provechosas para su desarrollo. No obstante, no hay que confundir esas actitudes negativas persistentes con eventuales pensamientos de ese tipo. Aunque claramente se debe estar alerta y no reforzarlos, es natural en el ser humano no ir 100% al positivismo a cada momento.
Para no fortalecer esa conducta es necesario no dar tanta relevancia al tema. Demostrar a los niños que hay más opciones que solo el “fracaso” y que está bien errar, es de gran utilidad para ellos.
Reforzar la autoestima
La autoestima se relaciona estrechamente con los niños negativos. Ya que, la inseguridad que presentan se debe a un bajo valor que tienen de ellos mismos. El no creer en sus capacidades y virtudes conduce a un proceso de aprendizaje obstaculizado.
La mejor forma de ellos incrementar su autoestima es a través de la orientación y el ejemplo. Para seguir en su proceso de formación es necesario una influencia positiva, aunque realista de la vida. De esa manera, podrá ser capaz de afrontar los temores y disminuir la actitud negativa.
Modelo positivo
Para educar un niño negativo la mejor forma es ser un buen ejemplo a seguir. El enseñar con palabras ciertas lecciones y actuar de forma opuesta quita credibilidad. Genera que el pequeño pierda respeto hacia la figura de autoridad y siga manteniendo el mismo comportamiento. Por ende, se debe demostrar lo que se predica con hechos.
Ser un modelo positivo no significa mostrarse feliz a tiempo completo sin importar que suceda. Se trata de tener un control emocional adecuado y enfatizar que la negatividad no conduce a ningún lado.
Respetar al niño
Siempre se habla sobre imponer el respeto hacia los adultos, pero al no al contrario. Los niños negativos no se sienten valiosos, por lo tanto, ser respetados no parece algo posible. Sin embargo, es necesario que se demuestre que son dignos de ello.
El darle la posibilidad de opinar, tomar decisiones y actuar ayuda a demostrar su dependencia y valor. Aprenden a tener juicio propio y responsabilidad ante todo tipo de consecuencias. Además, el respetar esas acciones e incentivar a que se lleven a cabo le transmite confianza.
Aprender a conocerse
Los pequeños se encuentran en un proceso formativo en todo aspecto, por lo tanto, el conocerse es parte del desarrollo. No obstante, los niños negativos lo obstaculizan al evitar el flujo continuo de las actividades en la vida diaria.
Ya que, las tareas más simples favorecen el proceso de aprendizaje del niño. Hacerlo participe de actividades como ordenar los espacios y juguetes, favorece la autonomía que lo impulsa a realizar otras acciones. Permite conocer sus habilidades, así como desarrollarlas.
Experimentar nuevas situaciones ayuda a que el niño conozca sus gustos y cómo afrontar distintos escenarios. A su vez forja el carácter que se ira formando durante su crecimiento. A los pequeños hay que impulsarlos a vivir esas experiencias a través de actividades que sean de su preferencia para que despierte la curiosidad y disposición de intentar poco a poco.
La reflexión para evadir la negatividad
Los niños negativos por lo general son muy reflexivos e introspectivos. Aunque, esas acciones suelen conducir a pensamientos y conclusiones no saludables en la mayoría de las ocasiones, puede resultar muy provechoso si se redireccionan.
Esto se debe a que la capacidad de análisis se puede emplear para dar un enfoque diferente a la situación vivida. Ya que, los niños en repetidas ocasiones crean una conclusión apresurada que lleva a un mal resultado.
Por lo general, ser negativo se vuelve un hábito que surge naturalmente desde lo inconsciente. Por eso, el decir que una situación tendrá una mala consecuencia sin pensar en otra posibilidad, es la mejor forma de responder ante ello desde su perspectiva.
Es en ese momento que el orientador debe cuestionar esa posición y preguntar al niño el porqué de esa conclusión: ¿Qué te hace creer eso? ¿Acaso no hay alguna alternativa posible a ese evento? La costumbre de la actitud negativa se vuelve tan fuerte que a veces para el niño no parece posible la existencia de una respuesta contraria.
Cuando se procede a interrogar a los niños negativos sobre sus pensamientos, se permite analizar la situación desde otra perspectiva. En un primer momento, es normal que ellos eviten esas alternativas e insistan en quedarse con la idea inicial.
La paciencia es imprescindible para lidiar con las conductas negativas del niño. También, la creatividad es útil y una gran aliada para combatir poco a poco ese comportamiento. Una buena estrategia es realizar una dramatización o hacer una lectura reflexiva.
De forma ilustrativa los niños podrán aprender de forma amena y sin sentirse amenazados, que hay otros posibles resultados. Una vez que se intenta de forma agradable dar estas enseñanzas será más fácil abordar una situación que conlleve a esa actitud frecuente.
El orientador puede ayudar al ofrecer ante una situación alternativas distintas que conduzcan a pensamientos o resultados menos desfavorables. Por lo tanto, el indagar y estimular la reflexión en los niños negativos abre la mente para explorar nuevas posibilidades.
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